sábado, 28 de junio de 2014

No queremos ser mejores

No queremos ser mejores. Hace tiempo renunciamos a pelear por algo que realmente mereciese la pena. Nos abandonamos. Bajamos lo brazos y dijimos "esto nos viene grande. Esto no es para nosotros". Dejamos de preocuparnos, de ilusionarnos, y nos dejamos llevar por nuestros miedos. Si fallamos una vez, somos unos fracasados. No lo volvemos a intentar. Si perdemos, es porque no somos buenos. Nos resignamos. En nuestro interior crece un sentimiento inamovible que nos paraliza, nos impide ver más allá y nos va destruyendo. No queremos continuar y nos conformamos con estar, simplemente estar. ¿Para qué vamos a seguir insistiendo? Damos un golpe, pero recibimos dos. Vamos avanzando, nos empujan y caemos al suelo. ¿Por qué nos levantamos? Podemos volver a caernos. Nuestra mente tiene miedo y nuestro cuerpo lo sabe. Por eso no hacemos nada. Nos hemos rendido.

Pero no queremos ser mejores. El dolor nos hace retroceder. Nos han intentado convencer de que algunos están destinados a triunfar. Si no somos de los elegidos, no nos molestamos, estamos perdiendo el tiempo. Nada va a cambiar porque no estamos predestinados a ello. Son otros los que avanzarán, nosotros no.

Los fuertes no son los que ganan. Los fuertes son los que se han mirado al espejo después de haber conocido la derrota, la humillación, el temor, el fracaso y se han dicho a sí mismos que pueden volver a pelear cuantas veces hagan falta para seguir adelante. No existe una cualidad llamada perfección. Es un concepto difuso que no llegamos a comprender. La tenacidad, la perseverancia, la capacidad de sacrificio... todo ello nos fortalece, nos hace sentir capaces de dar un paso más.